El viaje de observación de aves de hoy me llevó a las Marismas de Cetina en Puerto Real. En mi camino a mi parada inicial en San José del Valle, esperaba encontrar algunos animales atropellados para proporcionar cebo natural a las aves rapaces que estaba buscando. Después de apenas quince minutos de camino vi una rata muerta que metí en una bolsa de plástico. Lamentablemente, no fue el único animal muerto que vi tirado en la carretera.
Aparte de las maravillosas vistas desde la cima de Cruz del Valle, no había mucho de interés para un entusiasta observador de aves, así que decidí conducir hasta un lugar familiar en el que sabía que seguramente habría aves rapaces. La idea era atraer algún aguilucho lagunero para que se aprovechara del desafortunado roedor. Esto resultó ser mucho más complicado de lo esperado. Primero tuve que caminar por los marismas embarradas para montar mi pesado trípode, sólo para descubrir que faltaba la capucha de mi traje de camuflaje. Desesperadamente tuve que ponerme mis pantalones de camuflaje sobre la cabeza en un intento de hacerme invisible para los pájaros, pero estoy bastante seguro de que esa táctica no funcionó.
La rata tampoco atrajo visitantes especiales. Vislumbrar un aguilucho pálido entre los cañaverales me dio un rayo de esperanza de que ese día al menos produciría algunas fotografías decentes para llevarme a casa.
Después de caminar varios kilómetros sobre terreno fangoso cargando equipo pesado, mi último esfuerzo del día fue colocar el cebo en un poste de hormigón y usar el coche como escondite, esperando que los aguiluchos se acercaran mucho. Volaron bastante cerca, pero al final ignoraron el cebo por completo.
Los cuatro aguiluchos laguneros que vi durante mi visita parecían residentes aquí. Seguro que se lo pasan genial sobrevolando la parte más húmeda de las marismas, espantando al resto de aves. Hoy intentaron meterse con una enorme bandada de cercetas, invisibles desde la pista principal, pero las vi volar varias veces, molestadas por un feroz aguilucho.
Primero se reían de mí por mi mal camuflaje, ahora los aguilucho se lo pasaban genial persiguiendo patos. Pero es imposible que no te gusten, con sus hermosos ojos amarillos y su mirada tan traviesa.
Los aguiluchos no fueron las únicas aves rapaces en esta zona hoy... Varias águilas pescadoras y ratoneros también hicieron que la tarde valiera la pena.
Algunos días no consigues la foto que buscas, pero si pasas horas en el mismo lugar al final aparece algo especial, garantizado. En cuanto llegue mi nueva capucha de camuflaje, saldré de nuevo para intentar capturar algún ave rapaz arrebatando algún cebo.
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