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El esquivo mirlo acuático: una búsqueda junto al río Majaceite

  • 11 abr
  • 4 Min. de lectura

Algunas aves parecen casi míticas, como si pertenecieran más a las páginas de una vieja revista sobre la naturaleza que al mundo real. Para mí, una de esas aves siempre ha sido el mirlo acuático. Había dado varios paseos por el río Majaceite en El Bosque buscándolo, pero el pájaro seguía siendo tan esquivo como el monstruo del Lago Ness. Quería creer en su presencia, pero con cada intento fallido, no podía evitar preguntarme si sería simplemente un espejismo ornitológico.


Hoy, sin embargo, decidí que haría lo que fuera necesario para encontrarlo. Armado con mi cámara, paciencia y mi ropa de camuflaje, partí a lo largo del río, decidido a convertir la esperanza en realidad.


Camino rural rodeado de vegetación, con montañas al fondo bajo un cielo azul despejado.
El Picacho al fondo.

La búsqueda comienza


Mientras caminaba por la ribera, un animado coro de pájaros llenaba el aire. Aunque había muchas aves presentes, la mayoría permaneció escondida entre la densa vegetación que bordeaba el agua que fluía rápidamente. La espesa vegetación dificultaba una vista clara del río, un obstáculo frustrante al buscar un ave que prefiere volar a baja altura cerca del agua.


Uno de los primeros sitios interesantes que encontré ofreció una pequeña abertura entre la vegetación, lo que me permitió acercarme al arroyo. Cuando entré en el lugar, quedé inmediatamente cautivado por el fascinante sonido del agua corriendo. Fue uno de esos momentos que me recordaron por qué me encanta observar aves: no solo por las aves en sí, sino por toda la experiencia sensorial de estar inmerso en la naturaleza.



Pájaro con pecho anaranjado y blanco posado en una rama con hojas verdes.
Tarabilla macho

Decidí sentarme un rato y asimilarlo todo. Al poco tiempo, se me unió un compañero inesperado: un petirrojo. Sus plumas aún estaban húmedas de un baño reciente en el río, y parecía estar completamente a gusto en mi presencia. El pajarito se acercó saltando, en un momento a no más de un metro de mí. No pude evitar sonreír ante su audacia. Fue como si el pájaro hubiera venido a desearme suerte en mi misión.


Petirrojo posado en una rama en un bosque iluminado.
Mi compañero inesperado

Petirrojo parado en una roca con fondo de hojas verdes desenfocado.



Una prueba de paciencia


Encontrar el lugar perfecto para esperar al mirlo acuático acuático requería una cierta planificación. Necesitaba un lugar con una vista despejada del agua, preferiblemente con una roca o rama donde el ave pudiera posarse. Al mismo tiempo, quería permanecer oculto de cualquier senderista que, sin saberlo, pudiera interrumpir mi vigilancia.


Arroyo rodeado de frondosos árboles y arbustos verdes bajo un cielo soleado.


Mientras buscaba este lugar ideal, de repente capté un movimiento entre las ramas que colgaban sobre el río. Instintivamente, levanté la cámara y tomé una foto rápida. Al revisar la imagen unos segundos después, me di cuenta de que había capturado una lavandera cascadeña. Su brillante plumaje amarillo contrastaba maravillosamente con los frescos azules y verdes de la vegetación circundante. Fue una vista inesperada, pero muy grata.



Pájaro con plumaje gris y amarillo sobre una roca cubierta de musgo.


Pájaro con plumaje gris y amarillo posado en una roca cubierta de musgo junto a un río.


Mientras exploraba un tramo particularmente rocoso de la ribera, me encontré con otra lavandera cascadeña; esta llevaba material para anidar en el pico. Se movía con determinación entre las piedras, permaneciendo cerca del agua. No estaba seguro de hacia dónde se dirigía, pero su comportamiento indicaba que estaba anidando. Era una de las varias lavanderas cascadeñas que vi, siempre activas, zigzagueando por la orilla del río.



Pájaro amarillo con musgo en el pico sobre rocas grises. Fondo de piedras con musgo y hojas verdes.
Otra lavandera cascadeña

Pájaro amarillo y gris en una roca lleva musgo en el pico. Fondo de piedra con musgo.



Aun así, mi objetivo seguía siendo el mismo. Sabía que podría terminar el día sin ver al mirlo acuático, pero en lugar de frustrarme, decidí apreciar el momento. Los relajantes sonidos del río, los ocasionales destellos de coloridas mariposas y las siempre presentes melodías de los petirrojos crearon un escenario perfecto. Me recordé a mí mismo que observar aves se trata tanto de disfrutar del entorno como de tachar especies de una lista.



La hora de la verdad


Tras más de una hora explorando, por fin encontré el lugar perfecto. Era difícil llegar a él y requirió algunas maniobras cuidadosas entre la maleza, pero una vez que me instalé, supe que era exactamente lo que había estado buscando. Situado cerca del agua y bien escondido, estaba seguro de que si había un mirlo acuático cerca, tenía buenas posibilidades de verlo. Me puse mi ropa de camuflaje y me preparé para la espera.



Río de aguas claras rodeado de vegetación verde y árboles.


Fotógrafo camuflado con traje de hojas, cámara en mano en bosque denso.


Para mi sorpresa, no pasó mucho tiempo. En cuestión de minutos, vi una silueta moviéndose sobre una roca en una zona sombreada del río. El sol empezaba a bajar y la luz se iba apagando, así que era difícil ver los detalles. Mis ojos, agotados de mirar el agua durante horas, intentaban enfocar. Sin embargo, tenía la intuición de que esto era diferente.


Un pajaro oscuro saltó con agilidad sobre las rocas y, de repente, desapareció de la vista. Mis dedos reaccionaron por instinto y pulsaron varias veces el obturador. Con la luz bajando, tuve que tirar del ISO para salvar la toma. Rápidamente revisé mis fotos y luego... sucedió. Ahí estaba. El mirlo acuático.



Pájaro en movimiento sobre un arroyo rocoso y turbulento, con agua espumosa alrededor.


Sentí una innegable descarga de adrenalina al ver las imágenes en la pantalla. ¡Por fin había visto y fotografiado a esta ave tan extraordinaria! Un verdadero privilegio, un momento inolvidable.



Un pájaro marrón oscuro vuela sobre el agua de un río. El fondo está borroso con tonos grises y blancos.


Una cosa que me llamó la atención durante la búsqueda fue lo ágil que es el mirlo acuático en vuelo. Imaginé que le costaría navegar entre la densa vegetación que se cernía sobre el río, pero voló entre las ramas como si nada, con una facilidad increíble. Está claramente adaptado a este entorno; abrirse paso entre espacios estrechos debe ser parte de su rutina diaria.



Una búsqueda gratificante


Mientras recogía mi equipo, me tomé un momento para reflexionar sobre la experiencia. La observación de aves no se trata solo de las aves en sí, sino del proceso, la paciencia y la apreciación de las maravillas de la naturaleza. El mirlo acuático, que anteriormente era una leyenda sombría, ahora se había convertido en una vívida realidad. Y como todos los observadores de aves saben, cuando se completa una misión, la siguiente nunca está muy lejos...

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