La expectación que sentía hoy al acercarme a la Laguna de Medina era enorme. Con las lluvias extremas que asolaron la Campiña de Jerez y que marcaron el peor desastre natural que ha sufrido España en su historia, estaba deseando ver los efectos de toda esa agua. La laguna, seca durante meses, se había transformado casi de la noche a la mañana en un rico hábitat acuático. El clima cálido de hoy parecía más primaveral que otoñal, lo que contribuía a la atmósfera y sugería que las condiciones eran ideales para la observación de aves.
Sin embargo, al llegar, me encontré con la primera sorpresa: no había flamencos. A pesar de que las condiciones parecían perfectas para ellos, no se los veía por ningún lado. Los flamencos son un espectáculo común durante los períodos más húmedos, por lo que su ausencia fue un poco desconcertante. Por otra parte, la naturaleza a menudo desafía las expectativas, e incluso sin flamencos, la laguna estaba llena de vida. Una especie que estaba presente en gran número era la gaviota reidora. Sus gritos nerviosos resonaban en el agua, llenando la laguna de una energía vivaz.
Comencé mi observación en un lugar conocido: una plataforma de madera en el lado este de la laguna, que ofrece un buen punto de vista sobre el agua. Apenas llegué cuando vi una ave rapaz que despegaba. Su potente vuelo reveló que se trataba de un aguilucho lagunero. Levanté rápidamente mi cámara, pero ya se había dado la vuelta y solo me permitía verla desde atrás. Capturar aves puede ser un juego de azar, especialmente con las aves rapaces que tienden a despegar a una velocidad impresionante. Aun así, el simple hecho de ver al aguilucho lagunero en acción fue un emocionante recordatorio de la dinámica de este lugar.
Poco después apareció un milano real, volando con elegancia en el cielo. También había cuatro cormoranes que pasaban en formación, sus oscuras siluetas destacando contra el brillante cielo. Pero quizás el avistamiento más intrigante del día fue un picogordo. Es un pájaro que nunca había visto antes en la Laguna de Medina, así que fue un regalo inesperado. Podía oír claramente su distintivo canto, un sonido que se destacaba incluso entre los cantos de los demás pájaros, pero era esquivo. Despegó de un árbol antes de que pudiera observarlo en detalle. Sin embargo, el breve vistazo fue suficiente para confirmar su identidad, y su presencia destacó la diversidad que las lluvias recientes habían traído a esta zona.
Hoy también parecía que los arbustos que rodeaban la laguna estaban llenos de petirrojos. Desde el momento en que llegué, estaban por todas partes, revoloteando entre las ramas o posándose orgullosamente como para darme la bienvenida. Un petirrojo incluso posó voluntariamente a solo diez metros de distancia, lo que me permitió verlos de cerca. La gran cantidad de petirrojos me hizo preguntarme si las recientes condiciones climáticas habían desencadenado alguna reunión local.
Aunque el nivel del agua era lo suficientemente alto como para crear un hábitat muy grande, la laguna no estaba tan llena como había previsto, dada la intensidad de las recientes lluvias. Sin embargo, parecía suficiente para mantener la laguna hasta el próximo verano. Otro cambio notable fue la densa vegetación alrededor de los bordes. Había surgido un nuevo crecimiento vigoroso, creando un borde vibrante que no había visto aquí antes. Esta exuberante vegetación se sumó a la riqueza del paisaje y probablemente proporcionaría refugio adicional y fuentes de alimento para varias especies de aves en los próximos meses.
La comparación de la visita de hoy con mi salida de observación a la Laguna de Medina en noviembre de 2021 puso de relieve el impacto que habían tenido las lluvias de esta temporada. En ese entonces, en la misma semana de principios de noviembre, observé solo 19 especies. Hoy, ¡conté unas impresionantes 37! Esta variedad y abundancia parecía estar directamente relacionada con los niveles de agua, ya que la presencia de agua abre recursos y hábitats que atraen a una gama más amplia de aves. El escenario había cambiado drásticamente y cada canto, chapoteo y aleteo de alas daba testimonio de la renovada vitalidad de la laguna.
Mientras observaba desde el escondite, el aguilucho lagunero que había visto antes apareció de nuevo y voló directamente hacia mí, dándome tiempo suficiente para enfocar. Había pánico entre los pájaros en el agua, pero la ágil rapaz no estaba interesada en ellos. Era como si estuviera pidiendo perdón por desaparecer tan rápido una hora antes. Acepté con gusto sus disculpas y tomé algunas fotos espectaculares que muestran al ave en toda su esplendor.
En definitiva, la excursión de hoy fue un vívido recordatorio del flujo y reflujo de la naturaleza, especialmente en un lugar tan dinámico como la Laguna de Medina. El agua, que muchas veces se da por sentada, es el elemento vital de este ecosistema y dicta el ritmo de la vida aquí. Y aunque no vi todas las especies que esperaba, cada encuentro inesperado agregó algo especial, desde el impresionante vuelo del aguilucho lagunero hasta el fugaz avistamiento del picogordo. La visita de hoy fue una celebración de la resiliencia de la Laguna de Medina y la eterna maravilla de la observación de aves.
Es una pena el daño causado por la DANA en tantos municipios... Pero por otra parte, la cantidad de agua que han llenado embalses, presas y ríos, favorecerà la vida y biodiversidad en el medio ambiente. Una alegría que la Laguna de Medina haya mejorado.