Está claro que el primer calor del año ha llegado al sur de España, y esto se notó claramente durante nuestro más reciente viaje de observación de aves cerca de Arcos de la Frontera. Tenía curiosidad por saber si volveríamos a ver muchas aves juveniles y la respuesta fue un rotundo sí.
A pesar del calor creciente, fue un paseo muy agradable en un entorno tranquilo y verde, siempre cerca del río Guadalete. La naturaleza que rodea Arcos de la Frontera ofrece un paisaje exuberante perfecto para los observadores de aves. El propio río proporciona una presencia constante de agua, lo que es crucial para muchas aves de esta región.
Como en una visita anterior a este lugar, fue necesario tener precaución al cruzar ciertos tramos del recorrido ya que estaban ligeramente inundados. Especialmente después de un período de lluvias, algunos caminos pueden estar embarrados y resbaladizos. Mucho depende del caudal del Guadalete. Por eso es importante conocer bien la ruta y estar preparado para este tipo de circunstancias.
Desde el principio notamos muchas especies de aves, principalmente pájaros cantores. Parecía como si los pájaros quisieran hacerse oír en este hermoso día de primavera. El ruiseñor en particular se hizo oír y ver, con al menos una treintena de ejemplares que no se avergonzaron de interpretar su hermoso canto. Fue un verdadero espectáculo ver a estos pequeños cantantes en acción. Su alegre canto proporcionó la música de fondo perfecta para nuestro viaje.
Además de los ruiseñores, también se escuchaban algunos moscones. Y para colmo, incluso vimos un avetorillo, algo bastante raro en esta región. La presencia de estas especies hizo que el viaje fuera más que exitoso.
Otro momento destacado del día fue ver y oír a cuatro pitos ibéricos. Estas hermosas aves, con su plumaje verde y sus fuertes cantos, agregaron un toque extra de color a nuestro recorrido. Fue fascinante observarlos buscando comida en los troncos de los árboles.
A diferencia del pito real, el ibérico no tiene negro alrededor del ojo, sino gris.
También había muchos ánsares jóvenes. Un transeúnte nos contó que el año pasado una garza real se había tragado muchos polluelos. Afortunadamente, este año parecía ser un mejor año para los ansarones ya que vimos a muchos de ellos con buena salud.
También valió la pena observar a un grupo de aviones comunes mientras chapoteaban frenéticamente con sus picos en el barro.
La ruta que seguimos finaliza con una subida bastante pronunciada, por lo que es necesario estar en buena forma para completar esta caminata, pero nuestro esfuerzo se vio recompensado. En la cima de la colina nos esperaba una hermosa vista del paisaje y algo resfrescante en la terraza de una heladería.
Preciosas las fotos! Que suerte poder ver tantos ruiseñores! Y también el poder disfrutar de esta hermosa ruta! Muy recomendable!